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ENTRE LO SANTO Y LO MUNDANO

POR: CARLOS AGUIÑAGA MORAN

¿La Moral es el fruto del árbol llamado Mora?, y ¿La verdad es alguna verdura?

Una persona es un ser único, inigualable, irrepetible, no hay dos personas exactamente iguales, aunque igual sea nuestra esencia, un ser consciente de que es finito, contingente y un ente inacabado e inacabable y de éste rasgo de unicidad divina, debe nacer un profundo respeto por la Dignidad Humana y eso conlleva el tener y mantener una serie de acciones que bien podemos llamar “congruencia”.

 

Las características de éste ser único, los unen y separan en grupos heterogéneos entre sí, más homogéneos en los sistemas, intereses, grupos de pensar y actuar  diferentes e  índole diversa, es decir, cada quien se junta con quien cree es correcto estar y andar.

 

“Voy a hacer una visita de cumplimiento” –decían las señoras de antes-. Y precisaban: “De cumplo y miento”.

Y así entre diferentes temperamentos, entre diversos caracteres formados en las personas, labran y esculpen una personalidad que nos muestran día a día y que es susceptible de cambios “a según la circunstancia” y es por ello, que hemos jugado con la verdad y la consumimos como verdura y aun creemos que la moral solo es un fruto que da el árbol de moras, mas es importante el recalcar que durante nuestra vida, nuestra existencia, podemos engañar a todos quienes nos rodean, a nuestros padres, familia, hijos, esposo(a), compañeros de trabajo, sacerdote, pastor, hermanos o quien queramos, mas es y será siempre imposible el engañar a lo que yo he llamado “el hombre del espejo”, es decir, a nosotros mismos.

Un sueño, solo eso, a veces existe y desaparece, fácilmente si lo permites.

 

El vivir sin un sueño, es como el pajarillo que le han roto las alas, vive, con gran dolor permanente, arrastrándose, a veces, medio brincando en el piso, pero ya no puede volar, está a expensas de lo que cae de comida al suelo, no puede ya buscar su alimento y come, o lo que hay en el piso, o lo que pudo hallar de lo que comió antes...

 

Puede un sueño crearse, volver a hacerse, pero si las alas están rotas, o aun heridas, o no están fuerte, tambalea, batalla, pero ante los demás, solo es uno que ya no ha volado, desconocen el por qué, no saben el dolor que carga, solo vive...

 

Alguna vez, me pregunta una persona que se dijo ser ateo, “¿para qué vivir una religión y un Cristianismo si al final te darás cuenta que no hay nada? “ y mi respuesta es simple, si al morir, siguiendo la esperanza de la resurrección y en espera de la vida eterna así como estar en un lugar reservado con mi familia en las bodas del cordero, me doy cuenta que efectivamente no hay nada, no hay problema alguno, porque he vivido una vida feliz y completa en lo que creo y de lo que estoy plenamente convencido, pero, por otra parte, si al morir, veo que todo es plenamente cierto, que las promesas Bíblicas existen y son una realidad, el que tendrá serios problemas, serás tú. Sobra decir, que después de platicar detenidamente en dichas promesas, entregó su vida a Cristo y asiste a una congregación cercana a su casa, siendo un gran promotor de la doctrina cristiana.

 

El ser un Cristiano es una forma de pensar, sentir y actuar, convencido de las promesas en las que creemos, con Cristo en el corazón y la convicción de pablo cuando expresa. “Si cristo no hubiere resucitado, vana es nuestra Fe”.

 

POTOSINOS OPINANDO

EL PUNTO DE VISTA DE CIUDADANOS COMO TU

 

 

UNA PAGINA CREADA  EN ASOCIACION CON LA EDITORIAL CEBALLOS & ASOC.

 

SAN LUIS POTOSI,  MEXICO.

 

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